Según expertos legales no hubo una prueba contundente en contra de Ana María González.
Por: ANA MARÍA JARAMILLO |
5:13 p.m. | 6 de octubre de 2014
Aunque Ana María González se declaró inocente y según expertos legales no hubo una prueba contundente en su contra, el jurado la halló culpable.
EL TIEMPO analizó el caso con Jack Solano, un prestigioso abogado criminalista de Miami, sobre las inconsistencias e interrogantes que pudo haber dejado este juicio.
1. La juez Katherine Cabaniss, nombrada para presidir la Corte Judicial del Distrito 248 de Houston, antes de ser juez era la directora de Crimestoppers, un programa federal que ofrece recompensas a cambio de información valiosa que ayude a resolver crímenes. Además, Cabaniss fue por 11 años fiscal del estado.
Paul B Kennedy, un abogado de Houston, publicó en una columna suya que el asiento de Cabaniss como juez era una extensión de la fiscalía. https://kennedy-law.blogspot.com/2013/02/yet-another-black-robed-prosecutor-in.html.
Esta fue la juez que permitió que el jurado oyera las grabaciones de llamadas telefónicas que se le hicieron a González en forma ilegal y que además también consintió que el nombre de Colombia fuera usado peyorativamente tantas veces como la fiscalía quiso hacerlo.
2. El abogado defensor Dereck Hollingsworth posiblemente no estaba preparado para un caso que al final se le terminó complicando. Aunque sus credenciales académicas son impresionantes, según la página web de su oficina no solamente está dedicado a casos criminales, sino también a civiles, además pertenece a un gran bufete de abogados, del que es socio.
Según el abogado Solano, en estos casos es preferible contratar a un abogado independiente, que dedique el ciento por ciento de su tiempo a casos criminales y por ende tenga más experiencia a la hora de dar la pelea en los estrados.
3. La doctora Ana María González. Aún no se sabe si fue por recomendación del abogado o por decisión propia que González no testificó, pero según Solano, el testimonio de ella, una persona sin antecedentes penales y con una hoja de vida intachable, probablemente hubiera aumentado el chance de mostrarle al jurado, quién era ella en realidad, más allá de la figura de una mujer callada, sin mucha expresión en su rostro que se vio durante el juicio.
Además llama la atención, por qué siendo ciudadana estadounidense también, tanto en los estrados como en la prensa se refirieran a ella como la doctora colombiana. Era relevante su nacionalidad en el caso? Probablemente fue una estrategia de la fiscalía para darle al jurado la sensación que al ser colombiana, la violencia iba en su ADN. Un punto que aparentemente la defensa paso por alto, porque se siguió dando a lo largo del juicio.
4. El doctor George Blumenschein, oncólogo de 50 años, dijo que González lo perseguía y en sus propias palabras que “ella era una persona muy persistente a la que nunca podía decirle que no”.
Con ese discurso y el 60 por ciento de sus riñones dañados, era difícil que el jurado no se convenciera de que la víctima era él. Aunque la defensa trató de mostrarlo como un “reconocido soltero de toda la vida”, probablemente falló al no recomendar que González se defendiera. Es difícil creer que un adulto profesional que mantiene una relación sexual casual desde el 2011, como la calificó la fiscalía, se dejé manipular y no pueda acabar la relación. Si González era la que lo perseguía, entonces por qué estuvo ese día en su apartamento y además tuvo sexo con ella. Estaba siendo obligado?
5. El etilenglicol fue el químico usado para envenenar a Blumenschein. Sin embargo, nunca se demostró que el café que el médico tomó en el apartamento de González lo tuviera.
El etilenglicol hace parte de los líquidos anticongelantes de los carros y también es usado por laboratorios médicos para personas con problemas arteriales. La pregunta es por qué en el juicio se mostró como un compuesto de muy difícil acceso, cuando esta periodista comprobó que se puede comprar por internet sin ningún tipo de restricción?
De igual manera, muchos de los argumentos del abogado Hollingsworth no fueron tenidos en cuenta por la corte. Por ejemplo que a Blumenschein no se le encontraron rastros del etilenglicol en la sangre y la orina cuando él estuvo en el hospital, por lo que su ingesta pudo haber sido anterior al momento de mostrar los síntomas.
Además, si bien Blumenschein había tomado el café en la mañana con González, también había dormido con su novia, Evette Toney. Es decir unas horas antes, de haber querido, ella también habría podido poner el compuesto en su comida.
De hecho, la Asociación Americana de Toxicología se refiere a tres estadios clínicos evolutivos en el envenenamiento por etilenglicol. El primero es de tipo neurológico, que ocurre entre 30 minutos y 12 horas después de la intoxicación. El segundo, de tipo cardiopulmonar, que ocurre entre 12 y 36 horas después de la ingesta. Y el tercero, de tipo renal, que ocurre de 24 a 72 horas después de ingerir la sustancia. El estadio tres fue lo que tuvo Blumenschein el día que se tomó el café con González, por lo que pudo haber sido envenenado hasta cuatro días antes.
6. Evette Toney, la novia de Blumenschein, quien con lágrimas en los ojos testificó y logró conmover al jurado al contarle que cuatro meses antes que su novio fuera envenenado, había tenido un aborto natural de sus mellizos, producto de una inseminación artificial con esperma de Blumenschein.
Sin embargo, cuando la defensa dijo en la corte que antes del día que Blumenschein se tomara el café, González había estado recibiendo llamadas amenazantes y que había sido golpeada en el estómago, aparentemente por un primo de Toney, quien le gritó que nunca tendría hijos, la fiscalía no solo minimizó el hecho, sino que casi le reprochó a la defensa querer inculpar a la novia del doctor.
Ante esto Solano se pregunta: por qué la defensa no ahondó más en el tema y así mostrar que Toney, al sentirse traicionada y al perder a sus bebés, podía haber tenido un motivo de rabia y venganza para envenenar a Blumenschein, y mandar a González a la cárcel,
7. Las seis horas de grabaciones de llamadas telefónicas que hizo Blumenschein a González fueron posteriores al envenenamiento. Él declaró en la corte que al hacerlas quería averiguar si ella había sido quien lo había envenenado, pero ¿por qué no le dejó eso a las autoridades?
El problema es que quien está grabando conduce la conversación para que la otra persona diga lo que seguramente no diría si supiera que está siendo grabada.
Según Solano, aunque estas grabaciones no se tomen en cuenta como pruebas, sí hacen daño, pues crean un prejuicio en el jurado, que al final por decisión de la juez terminó oyéndolas.
Era difícil que el jurado, al oír cosas como que González arreglaba las cosas a “la colombiana”, que había contratado un investigador privado colombiano para ver quien la estaba amenazando y agrediendo físicamente y sobre todo al decir que había matado a personas en Colombia, no terminara culpando a Gonzáles.
Esta había sido otra oportunidad, según Solano, para que ella le explicara al jurado el contexto de las grabaciones, el porqué había dicho esto, además de expresar su indignación por haber sido grabada en forma ilegal.
8. Los testigos de la defensa tampoco ayudaron mucho a González, aunque hablaron de sus virtudes como médica y como persona, el principal mensaje que debían resaltar, su inocencia, no le llegó al jurado.
Adicionalmente, Solano se pregunta por qué la defensa no llamó a testificar a su exmarido, quien había podido contar si en los últimos años había notado un cambio abrupto en el comportamiento de González y otras cosas pertinentes al caso.
9. Se ha dicho que la industria farmacéutica pudo haberle tendido una trampa a González para impedir que sus investigaciones sobre cáncer de seno prosperaran y se diera una cura, que mermara la venta de medicinas para esta enfermedad.
EL TIEMPO consultó a dos expertos ampliamente conocedores de investigación médica en Estados Unidos, que sostuvieron que detrás de cualquier gran investigación no hay una persona sino todo un equipo, con lo cual “sacar del camino a una sola” no impediría la continuidad de la investigación. Es decir que las investigaciones que venía adelantado González en el hospital de Houston MD Anderson, seguramente van a continuar sin ella.
Lo que viene
Desde el momento que se dictó sentencia, González tiene 90 días para apelar la decisión. Según Solano, cuando ya se está en esta etapa lo normal es cambiar de abogado por uno experto en apelaciones.
Acerca de las probabilidades de que la apelación sea exitosa, Solano afirma que no son altas, pero que existen. “El abogado de apelación debe revisar cuidadosamente el juicio y especialmente la actuación de la juez, para ver si hubo alguna irregularidad de la cual pegarse para ganar la apelación”, dice Solano.
Igualmente, Blumenschein tiene la posibilidad de demandar civilmente a González por haber mermado su salud y pedir una indemnización económica.
ANA MARÍA JARAMILLO
Para EL TIEMPO
MIAMI