'RETOMEMOS OTRORA “BATALLAS”, PLAUSIBLES DE EVOCACIONES'
Por Ignacio Escudero Fuentes.
A propósito de los bochornosos episodios protagonizados por jóvenes estudiantes de dos Instituciones Educativas en el municipio de Riohacha, quienes se enfrentaron en días pasados en una batalla campal, con piedras, palos, hubo agresiones física, etc. La intervención policial oportuna para evitar hechos que lamentar, contrasta con los gloriosos años 70, época donde los estudiantes en la capital Vivian-perdón- vivíamos en una permanente “batalla”, pero académica y deportiva.
Me refiero a los estudiantes de los colegios Liceo Nacional Almirante Padilla y la Divina Pastora, quienes mantenían una constante rivalidad en lo académico y deportivos. Solo para recordar los premios Colteger a los mejores bachilleres. Brillaron estudiantes divinistas como Rafael “Puro” Daza, prestigioso galeno especializado en Neurología, liceístas, como, Elimenes Bruges Guerra, ex rector de la Universidad de La Guajira. En deportes, sobretodo futbol, bajo la dirección de los profesores Juan Palacio Bruges y Marcos Pedraza López, respectivamente, emergieron los únicos guajiros en formar parte de la selección de futbol de mayores de Colombia en las eliminatoria al mundial de Inglaterra en 1966, me refiero al divinista, nacido en Barranca, Olinto Fonseca Medina (f), y el liceísta riohachero Arnoldo Iguaran Zúñiga, desde el año de 1979 hasta 1991, inclusive. La lista sería extendida mencionar.
Los encuentros académicos y deportivos que protagonizaban los estudiantes liceístas y divinistas, eran verdaderas “batallas”, pero a lo bien. Hoy, la gran mayoría grandes hombres y mujeres de buen obrar, verdaderos ejemplos para emular en el buen sentido de la palabra a las presentes y futuras generaciones. Empero, cuando confrontamos la historia, aunque las comparaciones son odiosas y todo tiempo pasado fue mejor, como solemos comentar en los tertuliaderos tradicionales en la capital, observamos con preocupación y estupor que la rivalidad de nuestros estudiantes (niños y jóvenes de ambos sexo), no es académico, tampoco deportivo, como debería ser. Sino todo lo contrario. Se ponen de acuerdo a través de las redes sociales para agredirse físicamente. Eso no está bien. Ellos, deben entenderlo así. Con esa actitud seguramente buscan llamar la atención para decir nosotros también somos importantes. Tampoco está bien que la familia, sociedad, pero sobre todo los autoridades los ignoren La solución tampoco es la fuerza institucional y el encarcelamiento. La cárcel no es centro de resocialización como recientemente lo sostuvo un alto funcionario del Estado.
Cuanto añoramos en los establecimientos educativos la falta de compromiso institucional con las actividades lúdicas. Los muchachos necesitan quemar energía pero que sean en actividades sanas y productivas, sobre todo en el tiempo libre extracurricular. Hay que retomar la senda de la brillantez académica y la excelencia deportiva.
La pregunta obligada es, ¿cómo lograrlo?
Pues bien, hago mis sanas pero bien pensadas propuestas apelando al culto que le rindo a la verdad:
A los padres de familia, por favor dediquen más tiempo en el proceso de crianza y formación de sus hijos. La solución no es cargarlos de tecnología. Se requiere presencia física, dialogo y acompañamiento.
A los muchachos, antes que batallas campales con piedras y palos, que lo hagan con cuadernos, lápices y balones.
A los directivos de las Instituciones Educativas, restablecer dentro del plantel como en otros tiempos, los juegos deportivos intramurales o intercursos, juegos escolares e intercolegiados y otorgar becas a los mejores en deporte y disciplina.
A las autoridades administrativas- el I.D.D.G, debe ser líder-, articulando con las instituciones educativas, realizar eventos deportivos donde se refuerzan lazos de amistad. Además, valores como, el respeto, disciplina, responsabilidad, tolerancia, trabajo en equipo, etc.
Sería una manera temprana de neutralizar y/o minimizar el ímpetu de la “criatura” en proceso de crecimiento, que podría convertirse en una Hidra de mil cabezas, donde seguramente perderemos todos.
Después no digan, que no sabían.
Escribió:
IGNACIO RAFAEL ESCUDERO FUENTES
Ex futbolista de la selección juvenil de futbol de Colombia, Chile 1974.