Por: Ignacio Rafael Escudero Fuentes
En mis tiempos mozos, mi madre - mi padre falleció cuando tenía escasos 5 años - veía el deporte, sobre todo el futbol que practicábamos Nica, Carlos y yo, como una actividad innecesaria, inútil y perjudicial para la salud física. Era la constante en los padres de la época. Se oponían rotundamente para que sus hijos practicaran deportes. La sociedad lo rechazaba y discriminaba. El calificativo era de “vagos”.
Hoy, la realidad es otra. Los padres se esmeran para que sus hijos practiquen deportes, el futbol en particular. Ven como alternativa de redención económica familiar.
Lo cierto es que, el deporte como los estudios son necesarios para el crecimiento integral del individuo, reafirma valores y contribuye con la salud mental y física de los niños y jóvenes.
El gran interrogante es ¿Cómo desarrollar las dos actividades sin que la una infiera negativamente en la otra? Este dilema me correspondió vivirlo cuando en mi adolescencia estudiaba en el colegio-hoy-Institución Educativa Almirante Padilla, al igual que Arnoldo Iguaran Zúñiga, por iniciativa del Licenciado Edwin Lubo Vanegas, viajamos a Barranquilla(1976), para integrar la selección de futbol de la Corporación Universitaria de la Costa, dirigida por el colombo-brasileño Otton Alberto Dacundha. A cambio, obtuvimos becas para estudiar en el bachillerato, colegio Enrrico Ferri, anexo a la Universidad-. Ese mismo año fuimos convocados a integrar la selección Atlántico, bajo la dirección de dos mundialistas, Antonio Rada y Marcos Coll.
Dos años después, Arnoldo Iguaran, se integró al club Cúcuta Deportivo y yo a las toldas del Atlético Junior (1979). Para entonces cursaba estudios universitarios.
Arnoldo, prefirió el futbol y jugó hasta los 40 años, yo quise desarrollar paralelo estudio y futbol, pero me tocó abandonar el deporte a los 23 años por cuestión de tiempo. Los frecuentes entrenamientos, concentraciones, viajes, hacen difícil desarrollar simultáneamente, deportes profesional y academia.
Para nadie es secreto que, el futbol profesional es un negocio. Los clubes son empresas con ánimo de lucro, por consiguiente los futbolistas con su trabajo son los que proporcionan al club los ingresos económicos.
Por ejemplo en el Junior los entrenamientos dos veces diarios de martes a viernes en el horario de 8: am a 10: am y de 4: pm a 6: pm. Se jugaba miércoles y domingos. Había concentración y viajes martes y viernes, dependiendo el día del juego. En mi caso particular, estudiaba de 6:15 am a 7: 45 am y de 6:15 pm a 10:30 pm.
O sea que, la mayor dificultad con estos horarios son la toma oportuna de los alimentos. Amén del frecuente desfase de los horarios, muchas veces tarde a entrenamiento, otras a clases.
Los padres quieren que sus hijos estudien y practiquen un deporte de lo cual estoy completamente de acuerdo. Basta miran como forma de vida y redención económica los jugosos contratos de muchachitos, como James, Falcao, Cuadrado, Muriel, Quintero, etc.
Mi recomendación es que inculquen a sus hijos el hábito académico y lo apoyen en lo deportivo. Que, observen bien al niño, miren sus potencialidades deportivas, apóyenlos, faciliten los implementos necesarios, dejen que juegue, sin importar si lo hacen mañana, tarde y noche. No haga ni permita que cercenen sus habilidades naturales, por ejemplo si el niño juega futbol, no pone pase, juega él, sin importar sus compañeros, se dribla hasta el arquero, no lo regañe, déjelo. Eso con el tiempo se encargará el técnico de corregir.
Pero, con 18 a 20 años, no ha integrado la selección departamental, nacional, club profesional, las posibilidades de alcanzar el alto rendimiento son pocas. Para llegar, se necesita talento, oportunidad y una estrella. De un millón uno, de mil ninguno. Es el momento donde toca decir que, definitivamente su futuro está en lo académico; sin perjuicio de continuar con la práctica de su deporte favorito.
Algunos muchachos, se les pasa la juventud y llegan a la adultez esperanzados en alcanzar el alto rendimiento deportivo y cuando reaccionan tardíamente se dan cuenta que, no cumplieron su sueño. Tampoco estudiaron para enfrentar el duro camino de la vida.
Escribió:
IGNACIO RAFAEL ESCUDERO FUENTES
Ex futbolista de la selección Juvenil de futbol de Colombia, Chile 1974.