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"Mi agente... no me deje morir"

22.07.2014 09:18
 

ANNP 22/07/14. El helicóptero militar arribó de urgencia a la base de Mariquita (Tolima) en busca de combustible para regresar a apoyar los combates contra la guerrilla en la zona montañosa de Pensilvania (Caldas). El técnico de la aeronave notó la presencia de policías Jungla, expertos en combate, y preguntó si los acompañaba algún enfermero.

Ahí estaba el subintendente Juan Carlos Rueda, un hombre que en sus 12 años de servicio policial ha auxiliado a docenas de compañeros heridos en combate o caídos en campos minados.

Precisamente, una patrulla del Ejército Nacional había caído en un campo minado y necesitaba ayuda médica urgente. Sin pensarlo dos veces, el enfermero pidió permiso a sus superiores y voló con su compañero Lelio Gómez. Luego de varias maniobras riesgosas, el piloto logró aterrizar en medio de la niebla. Le informaron que toda la zona está minada. “Solo pise donde yo piso”, le advirtió un soldado. Y encontró al primer militar caído. Su pierna izquierda ya no estaba. El soldado rompió en llanto. “Mi agente, sáqueme de aquí, no me deje morir, mis compañeros no han podido llegar hasta acá”.

El enfermero lo alzó en sus hombros, se abrió pasó entre la guerra, lo estabilizó y volvió por otro militar que clamaba ayuda, y que también había perdido su extremidad inferior izquierda. Se estaba desangrando, su cuerpo estaba lleno de esquirlas, se estaba muriendo. Ya en el aire, rumbo a un hospital, le pidieron que se acondicionara el casco de comunicaciones.

“Hermano, usted tiene huevos, y el Ejército está agradecido por su acto de valor. Que Dios lo cuide”, le dijo el piloto.

Así los llevó estables y vivos. En diciembre, el valiente policía recibió una llamada. “Gracias por salvar la vida de mi hijo”, le dijo una primera voz. “Gracias a usted mi hijo verá a su padre siempre a su lado”, agregó la segunda voz. Y el subintendente repite día a día: “Gracias Policía Nacional por darme el entrenamiento.