Por Ignacio Rafael Escudero Fuentes
Muchos creen que, los deportistas, futbolistas en particular, son infalibles en el futbol y en su comportamiento social. Están equivocados. Todos erramos, todos somos pecadores, dicen los sacerdotes en las cotidianas eucaristías. Solo el Todopoderoso tiene el don de ser incontestable, porque él a diferencia de los hombres, es derroche de virtud y amor.
Traigo a colación este planteamiento como consecuencia de la proximidad del mundial de futbol Brasil 2014, y el escándalo protagonizado por algunos futbolistas del Sporting de Uruguay en su reciente visita por Medellín, del partido que disputó con el Atlético Nacional donde se impuso por el marcador de 2 x 0.
Resulta que los medios masivos de comunicación publicaron fotografías de futbolistas charrúas en Medellín posando con hermosas jovencitas en ropa interior, como si fuera pecado encuentros de hombres y mujeres, se armó tremenda batahola. Lo que la inmensa mayoría de personas en el planeta no sabe es que, estos episodios son de frecuentes ocurrencias en los grupos deportivos, me atrevo aseverar, todos los fines de semana de cada partido a los jugadores después de la cena autorizan permiso y cada quien decide que hace con dicho tiempo. Algunos regresan al hotel entrada la madrugada con algunas copas de más.
Solo para recordar cuando integré la selección juvenil de futbol de Colombia en Chile 1974, llegamos vía aérea a Santiago, para salir al día siguiente en bus hasta Concepción, donde nos correspondió enfrentar las selecciones de Brasil, Uruguay, Chile y Venezuela. Pásmense ustedes, dos integrantes titulares, arquero y puntero derecho de la selección que, jugaban con el club profesional Los Millonarios, se volaron del hotel y aparecieron en horas de la madrugada en estado de beodez, el castigo sugerido devolverlos a Colombia, decisión que nunca se tomó. No hubo sanción deportiva pero si económica, el cuerpo técnico integrado por el mundialista barranquillero Efraín “Caimán” Sánchez y el bogotano Jaime Silva, obligaron a las “ovejas descarriadas” cancelar el doble a las “damas” por el servicio prestado.
En el Junior en ese entonces, después del partido de visitante se retornaba al hotel, pasamos a la cena y el cuerpo técnico en común acuerdo con los directivos autorizaban al grupo permiso para salir, algunos aprovechan para visitar familiares y amigos, otros “amigas”, rumba, etc. Y no es para menos, después de varios días de concentración, sobre todo en la Selección, donde los muchachos de día, noche, jugando, hablando, viendo videos, películas de futbol solo futbol, se respira y transpira futbol, a lo anterior agregamos el asedio de los medios de comunicación detrás de la chiva sobre los últimos acontecimientos en la concentración. Llega un momento que queremos hablar de todo menos de futbol. El cuerpo técnico y los directivos consiente de esta realidad y a sabiendas que en todo grupo de jóvenes existen como en los rebaños “ovejas descarriadas”, a riesgos, permiten un espacio de entretenimiento y diversión del grupo, no olviden los lectores que las concentraciones son estresantes y traumáticas. Hágase el cargo de estar en una cárcel pero cinco estrellas.
Así es que, preparados todos porque en el país del Rei do Futebol, habrá exquisitez y abundancia de futbol, también “ovejas descarriadas” predispuestos a deleitar antes, durante y después de la competencia: “samba, coco, garota, coco…” según dice el astro del futbol brasileño Ronaldhino.
Escribió:
Ignacio Rafael Escudero Fuentes
Ex futbolista de la selección juvenil de Colombia, Chile 1974.